Desde que tengo uso de memoria supe que no era igual a los demás niños y no me refiero en gustos, sino cómo me veía a mí misma.
Cuando entré a CCH Naucalpan una nueva etapa se presentaba en mi vida. Al principio yo decía que era un niño cosa que no sonaba mal, sólo que por dentro no estaba segura de esto. Muchas de las personas que se hicieron mis amigos no tienen problemas con que yo pertenezca a la comunidad Lésbico Gay Transexual Bisexual (LGTB+) y los maestros tampoco hacen comentarios ofensivos.
Al principio estaba muy nerviosa de aceptar quien soy. Varias veces me preguntaron cómo y cuándo supe lo que era. Siempre lo supe, sólo que no lo aceptaba y fue difícil abrirme con la gente. En redes sociales veía a muchas personas expresándose, siendo ellas mismas y me dije ¿y por qué yo no?
Ya estaba cansada de aparentar, de querer encajar socialmente como fuera, de simular comportarme como los demás, pero la realidad es que esa no era yo. Durante más de un año estuve pensando lo que quería y cómo iba a lograr que me aceptaran. Vivir con una familia machista y transfóbica no sería fácil, pero ¿era esto lo que realmente quería? ¿mostrarme como soy realmente me haría feliz?
Comencé a investigar más sobre la comunidad ‘trans’. Leí mucho sobre cómo podía lograr un cambio, consulté páginas en Internet, platiqué con médicos y especialistas en el tema y decidí abrirme. Comencé con mi familia, la mitad me apoyó y la otra mitad me dio la espalda. En la escuela mis amigas lo tomaron muy bien y apoyaron mi decisión; solo obtuve un comentario que me pareció fuera de lugar por parte de un docente: “es sólo una etapa, después se te quitará”. Cuando al fin pude sentirme libre y expresarme sin miedo vino la disforia. Esa emoción desagradable o molesta aumentaba cada día más, sobre todo al escuchar los comentarios respecto a que, en realidad, era un niño. Esto me desanimaba, pero yo no me iba a dejar caer tan fácil, porque estoy convencida que la identidad de género no influye en mis capacidades. La gente se confunde con frecuencia y pretende ver la orientación sexual igual que la identidad de género. La identidad de género es cómo te identificas y la orientación sexual es el género al que te sientes atraída, yo lo tengo muy claro.
Simone de Beauvoir - Por qué soy feminista?
Al entrar a quinto semestre en el CCH, tuve miedo de que maestros y alumnos supieran lo que había sido antes; no porque me sintiera avergonzada, sino por el hecho de ser juzgada. Ahora quiero que vean lo que puedo lograr. Me gustaría estudiar algo relacionado con la actuación y el teatro, podría ser incluso productora y actriz, también me encantaría ser modelo. En esta vida siempre habrá gente a la que le guste lo que haces y te apoye, pero también habrá quienes no estén de acuerdo con lo que eres y te criticarán hasta hacerte sentir mal. Estoy dispuesta a superar todo eso, ya sabía a lo que me enfrentaba, a lo que me exponía y sé que dondequiera que vaya habrá personas que me señalen. Si yo hubiera hecho caso a los comentarios de burla, no estaría viva, la transición no sólo es física es también psicológica, pero valió la pena intentarlo, ahora soy más feliz.
No vine a este mundo a complacer a los demás, así que si tú, estimado lector eres como yo, que no te importe lo que los demás digan de ti; sé feliz y demuéstrate que puedes lograr todo lo que te propongas. De acuerdo, el camino será muy difícil y habrá muchos baches, pero tú puedes enfrentar todos esos retos con la cara en alto, recuerda que en el mundo hay personas igual a ti y no estás sola. No seas como los que sólo transmiten odio y, si te topas con alguno, muéstrale respeto y desea para él o ella lo mejor, no justifiques odio con más odio.
Enhorabuena esta publicación que es IMAGINAtta porque a través de una sección como esta titulada: “Desarmando géneros y armando nuevos mundos” podemos expresarnos y estudiar de que va todo esto de la sexualidad, el sexo, el género, la identidad, etc.
Desarmando generos
Esta es mi semblanza: Soy Valentina, tengo 16 años, soy una estudiante del CCH y soy una mujer transgénero y no tengo porque negarlo.
Escrito por: Valentina. Estudiante de semestre del Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Naucalpan
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