Si hubo algún cambio, si hemos avanzado
en las libertades democráticas, se debe a ellas.
La Nacha
Las mariposas aparentemente son delicadas y frágiles, no obstante para nacer, transitan por un proceso complejo, pues primero son pequeños huevos que se colocan en una hoja, eclosionan y se convierten en larvas (orugas). Posteriormente se envuelven en una especie de crisálida (capullo) y finalmente pasan por una metamorfosis con el propósito de convertirse en mariposas, extender sus alas y volar. Para lograr dicha metamorfosis es necesario que resistan a los obstáculos ambientales.
Las mariposas me hacen pensar en aquellas mujeres de distintas edades que participaron en el movimiento estudiantil de 1968 en México. En las féminas con aplomo y valor que se atrevieron a luchar por libertades políticas y democráticas en una sociedad represiva sin cabida para ellas.
El Consejo Nacional de Huelga (CNH), estaba conformado por 200 delegados, de los cuales 15 eran mujeres. (Baltazar, 2013). Aunque hubo poca participación en los órganos de dirigencia, en las brigadas se integraron muchas jóvenes que aprendieron a dar discursos, hacer pintas y botear en camiones, mercados, fábricas o donde tuvieran oportunidad. Ellas alzaron la voz y difundieron el movimiento en las calles.
Algunas féminas debían cumplir con diversas tareas domésticas para obtener el permiso de sus padres y salir a apoyar el movimiento. Otras, tuvieron que desarrollar su capacidad creativa, engañar a sus padres y escaparse con el propósito de ir a botear, asistir a una asamblea, mítin o marcha.
Este movimiento estudiantil propició que las mujeres rompieran estereotipos y exigieran sus derechos como personas, ya que en este mismo, algunos profesores y compañeros se comportaban de forma hostil con ellas. Por ejemplo, cuando inició la huelga se organizaron varias comisiones para que el movimiento se difundiera, los hombres sin preguntar si querían o no, asignaron a las mujeres a participar en la cocina. Dicha situación provocó el enojo de algunas de ellas, quienes se rebelaron, protestaron y exigieron ser integradas a las comisiones de finanzas o propaganda.
La historia colectiva del movimiento estudiantil de 1968, lamentablemente se ha reducido a lo sucedido el 2 de octubre, sin embargo duró 134 días (como se cita en UNAM Global, 2018). Y las mujeres al igual que los hombres arriesgaron su vida por defender sus ideales. Ellas también fueron golpeadas, secuestradas y encarceladas.
Roberta Avendaño Martínez (La Tita), Ana Ignacia Rodríguez (La Nacha), Amada Velasco y Adela Salazar de Castillejos, fueron acusadas de delitos como sedición, incitación a la rebelión, asociación delictuosa, robo, homicidio y lesiones. Y estuvieron detenidas desde el 13 de enero de 1969 hasta el 24 de diciembre de 1970. (Proceso, 2008).Al respecto La Nacha menciona:
Nos tuvieron vendadas de los ojos y maniatadas por aproximadamente dos semanas, nos decían que nos iban a liberar, a dejar en un “parquecito” y cuando nos dimos cuenta estábamos en Lecumberri. Ahí pasamos más de 72 horas, las celadoras nos torturaron psicológicamente nos decían qué nos iban a hacer cuando nos transladaran a la Cárcel de Mujeres, en Santa Marta Acatitla. (Cimacnoticias, 2008)
Así mismo La Nacha recuerda que su encierro fue más difícil que el de los hombres, pues ellos como eran más, los dejaron juntos en las crujías por ser presos de conciencia. En cambio, a ellas las encarcelaron con presas comunes e incluso tuvieron que convivir con La viuda negra y La tamalera que eran casos impactantes.
La Tita y La Nacha, en un primer momento fueron condenadas a 16 años de prisión. En un segundo momento las acusaron de delitos políticos y les dieron libertad bajo protesta.
Es importante señalar, que en el movimiento estudiantil no sólo hubo participación de las jóvenes estudiantes. También, se unieron las madres de los activistas, quienes apoyaron sus demandas y en el momento que fue necesario, exigieron la liberación de los presos políticos y buscaron a sus familiares en las cárceles.
Sí, las mariposas me hacen pensar en todas las mujeres que participaron desde su trinchera en la lucha estudiantil del 68, pues ellas fueron valientes e inteligentes, apropiándose de coraje para enfrentar la represión y luchar por sus ideales con el objetivo de tener una sociedad más justa y democrática.
Gracias a todas ellas por extender sus alas
Gracias a todas ellas por volar tan alto.
Gracias a todas ellas por heredarme sus alas.
Escrito por: Mtra. Claudia N. Reynoso Monterubio.
Maestra en Comunicación Organizacional y Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Se ha desempeñado como docente en el Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Vallejo, donde imparte las asignaturas de Taller de Lectura, Redacción e Iniciación a la Investigación Documental I-IV.
Referencias: